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Por Santi Serrat
Los inicios del desarrollo sostenible / Comunicación hacia la Economía Circular (1)
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Desde que la situación de crisis climática y medioambiental se ha hecho más evidente, ha surgido la convicción entre la opinión pública de la urgencia con la que debemos cambiar los modelos de producción de bienes y servicios. Estos son la causa de la actual degradación de la naturaleza en la que el cambio climático, la contaminación y la mala gestión del territorio definen una situación más que preocupante para el futuro del planeta que se acercará en 2030 a los 9.000 millones de habitantes.
Instituciones y gobiernos abogan por evolucionar desde el modelo de crecimiento económico tradicional hacia uno que no agote recursos, que no emita gases de efecto invernadero y que no contamine con residuos. Conseguir que este modelo logre proporcionar una vida digna a un planeta superpoblado es el mayor reto ético y de supervivencia que nunca ha tenido la humanidad. La Economía Circular se presenta como el único modelo socioeconómico capaz de lograrlo.
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La idea de que los recursos naturales, entendidos como un “capital natural”, eran inagotables ya se cuestionaba en la década de 1990. Sin embargo, aún prevalecía en la economía la convicción de que la pérdida de este capital natural era compensable en términos económicos por el capital producido por los productos obtenidos. Este modelo seguía manteniendo que el crecimiento sostenible era posible ya que el capital natural era sustituible.
En 1991, el economista estadounidense Robert Costanza publicó Ecological economics: The science and management of sustainability, un libro en el que se expone una nueva forma de entender la sostenibilidad, demostrando que una vez que se produce una pérdida de capital natural, este es irreemplazable en términos de sostenibilidad. Esta idea se puede considerar como el primer paso de un cambio de paradigma que debía llevar al mundo de la economía tradicional hacia la que comenzó a denominarse Economía Ecológica (ahora más conocida por Economía Verde), una ciencia que aboga por una clara ruptura entre la actividad económica y la degradación ambiental, y que lleva a un enunciado que aún hoy nos cuesta asimilar: aunque el desarrollo económico sí puede ser sostenible, el crecimiento sostenible no es posible, en tanto que está limitado por el capital natural finito, ya sea por agotamiento o degradación.
Ahora nos damos cuenta de que estas ideas gestaron un cambio de paradigma en la economía que aún algunas corrientes políticas y de opinión se resisten a aceptar. En la década de 1990, el mundo industrializado comenzó un incipiente viraje hacia un nuevo modelo productivo:
No ha sido hasta la llegada de la crisis climática y medioambiental que la opinión pública, la mayoría de gobiernos y de los medios de comunicación han tomado conciencia de que este cambio de paradigma es un hecho.
Continuará…
Seguiremos hablando de ello.