La contaminación de los ríos acaba en el océano. Plásticos, metales pesados y todo tipo de productos químicos destruyen la vida marina y contribuyen a la acidificación y asfixia de una masa de agua que es vital para el equilibrio del planeta. En el Día Mundial de los Océanos, más que nunca tenemos que lanzar un mensaje: salada o dulce, tenemos una sola agua que cuidar.